03 julio 2008

De nuevo, Galeano

Estaba leyendo otro libro de Eduardo Galeano, "Días y noches de amor y de guerra", un libro duro que pone el horror y la hermosura uno al lado de la otra, y no puedo resistirme a poner algunos fragmentos...

Buenos aires, mayo de 1976: abro la puerta del cuarto donde dormiré esta noche

Estoy solo. Y me pregunto: ¿Existe una mitad de mí que me espera todavía? ¿Dónde está? ¿Qué hace mientras tanto?
¿Vendrá lastimada, la alegría? ¿Tendrá los ojos húmedos? Respuesta y misterio de todas las cosas: ¿Y si nos hemos cruzado ya y nos hemos perdido sin enterarnos siquiera?
Cosa curiosa: no la conozco y sin embargo la extraño. Tengo nostalgia de un país que no existe todavía en el mapa.

Guerra de la calle, guerra del alma

Persigo a la voz enemiga que me ha dictado la orden de estar triste. A veces, se me da por sentir que la alegría es un delito de alta traición, y que soy culpable del privilegio de seguir vivo y libre.
Entonces me hace bien recordar lo que dijo el cacique Huillca, en el Perú, hablando ante las ruinas: "Aquí llegaron. Rompieron hasta las piedras. Querían hacernos desaparecer. Pero no lo han conseguido, porque estamos vivos y eso es lo principal". Y pienso que Huillca tenía razón. Estar vivos: una pequeña victoria. Estar vivos, o sea: capaces de la alegría, a pesar de los adioses y los crímenes, para que el destierro sea el testimonio de otro país posible.
A la patria, tarea por hacer, no vamos a levantarla con ladrillos de mierda. ¿Serviríamos para algo, a la hora del regreso, si volviéramos rotos?
Requiere más coraje la alegría que la pena. A la pena, al fin y al cabo, estamos acosrumbrados.


Calella de la Costa, Junio de 1977: para inventar el mundo cada día

Charlamos, comemos, fumamos, caminamos, trabajamos juntos, maneras de hacer el amor sin entrarse, y los cuerpos se van llamando mientras viaja el día hacia la noche.
Escuchamos el paso del último tren. Campanadas de la iglesia. Es medianoche.
Nuestro trencito propio se desliza y vuela, anda que te anda por los aires y los mundos. Y después viene la mañana y el aroma anuncia el café sabroso, humoso, recién hecho. Se te sale por la cara una luz limpia y el cuerpo te huele a mojadumbres.
Empieza el día.
Contamos las horas que nos separan de la noche que viene. Entonces nos haremos el amor, el tristecidio.



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosos fragmentos, en especial,me ha llegado el primero, el de Buenos Aires,
Un saludo

Isthar dijo...

Galeano tocando siempre la fibra sensible y haciéndonos pensar y sentir más de la cuenta. Cuántos pensamientos atragantados y cuántas preguntas para las que yo tampoco tengo ninguna respuesta.

Tengo nostalgia de un país que no existe todavía en el mapa. Cuántas veces no habré sentido yo exactamente eso.

Gracias por seguir acercándonos su pensamiento.

Un abrazo muy fuerte

Gwynette dijo...

A mi también me ha gustado especialmente el primero. Porque dice y se hace las preguntas que todos nos hacemos..y por eso se siente el texto tan cercano...:-)

Petonets, estimat

P dijo...

¿Por qué usás esa ropa?

Porque la sociedad la usa.

¿Por qué la sociedad la usa?

Porque mis padres la usaban, porque mis abuelos la usaban.

¿Por qué tus padres la usaban? ¿Por qué tus abuelos la usaban?

Porque se empezó a usar hace mucho tiempo.

¿Por que se empezó a usar hace mucho tiempo?

¿Será que estamos todos metidos en un mismo paradigma?

¿Por qué estamos todos metidos en un mismo paradigma?

¿Será porque usamos la misma ropa?

el nombre... dijo...

Galeano es IMPRESIONANNNNTE!!!!

Te hace poner los pelos de punta! Me fascinaron, entristecieron y deleitaron paradójicamente sus palabras.

Siempre es una tristeza vivida desde la grandeza de este ser tan amado....

Besos.

natalia dijo...

Nos charlamos, nos comemos, nos fumamos...

Georgia SinClaire dijo...

que lujo encontrar las palabrs de galeano...
soy una enamorada de sus escritos...

le dejo un saludo cordial...y una invitacion a mi humilde morada :
www.georgi-farosolidario.blogspot.com

Georgi.